En las organizaciones no
gubernamentales se encarnan dos viejas aspiraciones de la teoría política
liberal: la cultura asociativa de la ciudadanía democrática y la vigilancia
social de las actuaciones de gobiernos legitimados mediante sufragios
populares. Sin embargo, como toda creación de la mente humana, las oenegés pueden
ser desvirtuadas en su naturaleza y en sus fines.
En opinión del politólogo Josep Nye,
las organizaciones no gubernamentales son, en su mayoría, instituciones de
élite con reducidas base de afiliados y escasas instancias internas de
vigilancia, las cuales, a pesar de sus falencias, tienden a pluralizar la
política nacional e internacional, al actuar como grupos de presión transfronterizos
y divulgadores de problemas que gobiernos y burócratas desean ocultar.
Existen las denominadas ONGO:
organizaciones no gubernamentales controladas por el gobierno. Abundan especialmente
en aquellos países con sistemas políticos menoscabados en sus orígenes
democráticos por tropelías propias de autocracias y dictaduras. Muchas ONGO
forman parte de la trama de instituciones propagandísticas e intimidatorias que
sostienen a los neototalitarismos.
Algunas personas ven en las oenegés un
mecanismo de recepción de financiamiento externo, así como también una
plataforma para terciar en la agenda de discusión mediática. Sólo basta con
identificar una bandera de lucha colectiva, un aspecto descuidado por las
autoridades o una minoría plantada en la reivindicación de sus derechos para encender
la tea que iluminará la andadura de la
organización no gubernamental. También resulta conveniente identificar un
nombre, o en su defecto una sigla o un acrónimo, de fácil recordación; un
factor de gran utilidad para ser consultado por periodistas independientes y
medios de comunicación, o para participar en mejores condiciones en la dinámica
de las redes sociales.
En la actualidad venezolana, el que
menos puja, puja una oenegé. Lo importante, en todo caso, es fundar una, sin
pensar mucho en aspectos anecdóticos como la relevancia que suponga para la
vida en sociedad. Por esta razón, se nos
antoja del todo creíble el siguiente diálogo acaecido en una de las salas de reuniones
de la prestigiosa ONG «Observatorio de Fotos de Contraportadas de Líder y Meridiano». Allí se hallan tres hombres engolfados en el análisis simbólico-semántico
de las gráficas publicadas en los tabloides de la prensa deportiva:
―Andan diciendo en la calle que
nosotros somos pura fachada, que no somos una organización no gubernamental
seria, sino más bien una pila de morbosos― dice Rubén, el vocal de la ONG.
―De seguro se trata de una campaña de
difamación pagada por las viejas cagalitrosas de la Asociación Civil «Menopáusicas
por la Libertad». Ustedes saben que el sector «cuero na’más» es nuestro enemigo
histórico― riposta Arturo, presidente de la ONG.
―¡Pero qué bolas tienen esas viejas! ¿A
quién se le ocurre dudar de la importancia y profesionalismo del trabajo que
hacemos aquí en el «Observatorio de Fotos de Contraportadas de Líder y Meridiano»?― tercia Cheo, comprador de periódicos y community manager de la ONG.
―Compañeros les suplico que no caigamos
en provocaciones, a menos que estén bien buenas, lleven minifalda y tengan
menos de veinticinco años… Jijiji. En fin, ¿cuál es el primer punto del día?―
pregunta Arturo.
―El análisis de la contraportada del Meridiano del día viernes. La leyenda de
la foto dice: «¿Y quién dijo que la escasez es mala? Al menos la falta de tela
tiene sus cosas buenas, como por ejemplo esta tanga microscópica… ¡Hazme tuyo
demonia!»― lee con fruición el bueno de Rubén.
―Sobre esta imagen en particular, tengo
algo que decir compañeros― interviene Cheo.
―Adelante…
―¡Vaina pa’buena!― sentencia.
―Obviamente se trata de una violación
de los derechos humanos de los hombres casados― dice Arturo.
―¿Por qué?
―Porque nos recuerda lo jodido que
estamos con nuestras esposas.
―¡Si te escucharan las menopáusicas por
la libertad!― bromea Rubén.
―Bueno, ahora vamos con la contraportada del diario
Líder en Deportes. La leyenda dice: «Se
acerca el juego de las estrellas de las Grandes Ligas y la hermosa Yubiritzy
peló por el bate. Ella afirma que su especialidad es el toque de bola, pero
aquí, entre nos, de seguro que la bota de jonrón. ¡Dale con todo mamita!»― lee
en tono sabrosón Cheo.
―Yo estoy de acuerdo. Basta ver cómo
agarra ese bate para saber que la pelota se va del estadio― apunta Rubén,
maestro del comentario deportivo de doble sentido.
―A esa tipa yo le ofrezco un contrato
multianual― sentencia Arturo.
La conversación de los tres tecnócratas
queda interrumpida abruptamente por una situación impensada. En la sala de reuniones
entra una mujer y, sin pedir permiso, se sienta en una de las sillas de la mesa de reuniones.
―Buenos días, caballeros― saluda Ana.
―¿Y usted qué hace aquí? ¿Quién la dejó
entrar? ¡«Menopáusicas por la libertad» está en la calle de enfrente!― espetó
Arturo.
―Se equivoca amigo. Yo vengo al «Observatorio
de Contraportadas» para abrir el capítulo de «Análisis de fotos masculinas».
Vengo de parte de Tibisay Lucena, quien está bien pilas con eso de la paridad
de géneros― contestó Ana.
―¡Pero esto es un atropello!― protestó
Cheo.
―Bueno, me dejan el machismo y analicen
conmigo la contraportada donde aparece el candidato a Míster Venezuela… Esta es
la leyenda: «Luciano está desesperado buscando nuevos talentos para el pole
dance. Dice que pone la música y el tubo. ¿Será que se animan?».
―¡Ni de vaina! La pelea de espadas se
las dejo a los tres mosqueteros― señala Rubén.
―Como dice el narrador Beto Perdomo: «Eso
no es un bombo. Es un bimbo»― parodia Arturo.
―¡Ah no, chicos! No sean saboteadores.
Miren que faltan como veinte portadas de Míster Venezuela por analizar…
―¿Cómo es la vaina? ¡Qué va! Yo me voy
para Provea― grita Rubén.
―Y yo para Cofavic― apunta Cheo
―¿Y tú también te vas?― le pregunta Ana
directamente a Arturo.
―¡Por supuesto! Me voy a fundar otra
oenegé.
―¿Y qué nombre le pondrás?
―¿Qué otro podría ser? ¡Viejos verdes sin fronteras!
Etiquetas: Antipolítica, Idiosincrasia, Organizaciones
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