jueves, septiembre 15, 2011

¿Dónde está tu hermano?

Cuenta la Biblia que Yahvé, una vez enterado de la muerte de Abel, se acercó al asesino y le hizo una pregunta directa: ¿Dónde está tu hermano? Caín, desconocedor de la naturaleza omnipresente del creador, respondió que no sabía y que por favor no se le confundiera con el guardián del muchacho. Entonces Dios, hastiado de tantas mentiras, dijo: «¿Qué has hecho? ¡La sangre de tu hermano clama y su grito me llega desde la tierra!».
Pero milenios después, a las autoridades del gobierno de Venezuela, país arrasado por una dura tragedia cainita, no les llega ningún grito ni clamor mortuorio, a pesar de que durante el pasado mes de agosto ingresaron a la morgue de Bello Monte (en Caracas) la friolera de 565 cadáveres; de ellos, setenta y cinco por ciento con impactos de bala.
«El tema de la inseguridad es magnificado por la estructura de medios privados que concentra el 80% de la audiencia. Mientras que el índice de victimización de la inseguridad por parte del pueblo está en el orden del 23%, el valor de la exposición mediática es de 68%. Se ha querido hacer ver que el tema de la criminalidad se ha disparado con la llegada del comandante Hugo Chávez al poder, y eso es totalmente falso», asegura Jesse Chacón, director de la encuestadora Grupo de Investigación Social Siglo Veintiuno (GIS XXI), con la independencia de criterio y la autoridad moral que le brindan el haber sido ministro de la revolución bolivariana y el tener actualmente un hermano preso a la espera de un juicio penal por malversación financiera.
Estos indignos malabares técnicos y discursivos del «encuestador» y «recolector de muestras» Jesse Chacón nos obligan a recordar la comparecencia ante la Asamblea Nacional, a comienzos de año, del ministro del Interior y Justicia. En aquella oportunidad, Tarek El Aissami presentó los datos recabados en nueve estados del país; cifras alarmantes que al sumarse totalizaban 10.421 homicidios. Ese día también admitió una tasa de 48 homicidios por cien mil habitantes. Tan inusual divulgación de estadísticas, por parte de un alto funcionario del gobierno chavista, equivale en la práctica al reconocimiento formal de que en los últimos doce años los homicidios en Venezuela se han triplicado y que el falso paraíso revolucionario ha pasado a convertirse en la nación más violenta e insegura de América del Sur.
Sin embargo, quienes transitamos por las calles venezolanas sabemos que los guarismos revelados por el ministro El Aissami están chucutos. Son chimbos. El director del Laboratorio de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela (Lacso), Roberto Briceño León, escribe en la edición más reciente de Debates IESAInseguridad: hay luz al final del túnel»): «Durante los años 2009 y 2010 se mantuvo el silencio oficial que desde 2005 pesa sobre las cifras de asesinatos que se cometen en el país. Los cálculos del Observatorio Venezolano de la Violencia fueron 17.600 homicidios y una tasa de 57 por cien mil habitantes. Estas cifras, conservadoras, son menores que los más de 19.000 homicidios y la tasa de 75 por cien mil habitantes que reportó la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana 2009, la cual todavía se mantiene oculta y casi que no existe oficialmente, a pesar de que sus resultados se colaron y fueron ampliamente difundidos por la prensa nacional».
Aunque cueste imaginarlo, el relato se torna más terrorífico cuando en la misma revista, páginas más adelante, nos topamos con las revelaciones del periodista Javier Ignacio Mayorca: «En la Encuesta Nacional de Victimización del Instituto Nacional de Estadística uno de los delitos que más interesó fue el secuestro. Se hizo un capítulo con preguntas especiales para conocer la magnitud real del problema. Los resultados indican que, entre julio de 2008 y julio de 2009, hubo en el país 16.917 víctimas de este delito. De ser acertado este cálculo, la tasa se dispararía a 65 casos por cien mil habitantes. Un cálculo basado en el promedio de los tiempos de cautividad, reconocidos por las víctimas en esa encuesta, permitió concluir que durante el año investigado el país perdió seiscientos (600) años de tiempo productivo».
Más allá de «la percepción de inseguridad», fatamorgana secretada por el avieso magín del encuestador y «recolector de muestras» Jesse Chacón», lo cierto es que la revolución bolivariana (ese Estado totalitario construido a pulso por un hombre obsesionado con el poder vitalicio) no combate la delincuencia. Se limita a disfrazar su exaltación de la impunidad cainita con los ropajes ajados y descoloridos de un supuesto respeto a los derechos humanos. Sin embargo, cuando tomamos conciencia de que los organismos policiales no efectúan ni siquiera una detención preventiva o definitiva (ni hablar de juicios y condenas) en el 91% de los homicidios, advertimos que sólo son respetados los derechos humanos de los pranes, asesinos y azotes de barrio. Es obvio que el gobierno de Chávez encontró en la muerte impune el método más expedito para sacar a los venezolanos de la pobreza. Lo malo del método es que también los saca de la vida. Las proyecciones del mencionado Observatorio Venezolano de la Violencia para el año 2011 nos hablan de más de 19 mil compatriotas que saldrán de la pobreza, pero lo harán lamentablemente convertidos en espectros y ectoplasmas.… Como expresó el escritor polaco Adam Zagajewski en su libro Solidaridad y soledad: «Aquí no hay lugar para novelas policíacas: todo el mundo sabe quién es el culpable: el culpable es el Estado totalitario».
Tomamos las palabras de Yahvé, y con él preguntamos: ¿Dónde está nuestro hermano Sábato Moschiano? Caín nos responde que no sabe nada; pero Dios y nosotros sabemos que Sábato fue asesinado el sábado 27 de agosto, delante de un sobrino, por un cliente que insatisfecho por el arreglo de un pantalón, lo acuchilló. ¿Dónde está nuestro hermano Carlos Absalón y su pequeña hija de siete años? Caín insiste en que no sabe nada y asegura que el tema de la inseguridad está magnificado por la canalla mediática; sin embargo, Dios y nosotros sabemos que Carlos Absalón y su pequeña hija resultaron asesinados la noche del 4 de agosto, cuando cinco sujetos armados interceptaron un autobús de Expresos Los Llanos y dispararon a mansalva a los pasajeros. ¿Dónde está nuestra hermana Evelyn González? Caín nos responde con estrépito «Viviremos y venceremos»; pero Dios y nosotros sabemos que Evelyn González, el jueves 18 de agosto, fue asesinada de treinta disparos por dos motorizados encapuchados. ¿Dónde está nuestro hermanito de nueve años, cuyo nombre no podemos leer en la prensa, que vive y juega en una calle ciega del barrio Olivett de Brisas de Propatria? Caín nos espeta que él no es guardián de carajitos y que la victoria revolucionaria ya tiene fecha: el 7 de octubre de 2012; pero Dios y nosotros sabemos que, la noche del 13 de agosto, el pequeño cayó muerto por una bala perdida, mientras jugaba con sus hermanos y unos amiguitos.
Clama la sangre de nuestros hermanos venezolanos. Sus gritos de dolor y muerte llegan al cielo, a Dios, desde la tierra; pero aquí abajo, Caín insiste, siglos y siglos después, en hacerse el loco…
No nos hagamos nosotros los locos. En la mañana o en la tarde del domingo 7 de octubre de 2012 no incurramos en la irresponsabilidad de avalar con nuestro sufragio esta mortandad. No nos permitamos, como venezolanos y seres humanos, abandonar el centro de votación reproduciendo ese fragmento escrito por el novelista Joseph Roth en el cuento La leyenda del santo Bebedor:

«Ambos detuvieron sus pasos, frente a frente

―¿Adónde le llevan sus pasos, hermano? ―inquirió el caballero mayor bien trajeado.

El otro le echó una leve mirada, para contestar luego:

―Que yo sepa, no tengo hermano, ni se adónde me lleva el camino».

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1 Comments:

Blogger Señorita Cometa said...

Que placer leerte aunque me ponga tan triste el tema...ojalá que dios les abra el cerebro y los corazones a los ignorantes y a los despiadados, quienes lamentablemente conforman la amorfa mayoría...Salúdote desde mi esquina y comparto tu artículo en FB, pal que quiera ilustrarse un poquito ;)

2:23 a.m.  

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