domingo, octubre 17, 2010

Blasfemia

Un régimen que supuestamente es ateo alerta al mundo sobre la comisión de una blasfemia. El tiránico partido comunista chino anuncia la inminente ruptura de relaciones con el gobierno noruego, como protesta por el otorgamiento del premio Nobel de la Paz al escritor Liu Xiaobo, activista por los Derechos Humanos y uno de los sobrevivientes de la matanza de la plaza de Tiananmen ocurrida el 4 de junio de 1989.
Liu, de 54 años de edad, fue condenado por el Tribunal Municipal número uno de Pekín, el 25 de diciembre de 2009, a once años de arresto y dos años de privación de los derechos políticos por el delito de «incitación a la subversión contra el poder del Estado». Tan temible acción subversiva consistió en promover la publicación de la «Carta 08», documento suscrito por más de 300 intelectuales, donde se exigía a los jefes del partido comunista la efectiva entrada en vigencia de los principios fundamentales del constitucionalismo moderno como la libertad de expresión y el respeto al pluralismo político.
Con su pronunciamiento a favor del disidente chino Liu Xiaobo, los miembros del comité Nobel del parlamento noruego se apartan de las conductas acomodaticias y gatopardianas de los más conspicuos organismos multilaterales que, al tratar de defender la integridad de las soberanías nacionales, funcionan en la práctica como agrupaciones cuasi-sindicales de mandatarios proclives a irrespetar los derechos humanos de sus gobernados y a desconocer las instituciones republicanas que limitan el ejercicio omnímodo del poder. Un recordatorio de que los pueblos están formados por hombres y mujeres y no por mercados y superávits comerciales.
«Desde hace unos años, los países occidentales han aflojado la presión en el tema de los derechos humanos, debido a la fortaleza de la economía china. Quizás esta sea una de las razones por las que el comité del Nobel ha concedido el premio a Liu Xiaobo. Con el galardón, está diciendo a esos países que reconsideren profundamente su posición. Los culpables del cuestionamiento del modelo político chino han sido las propias autoridades comunistas. Lo más inteligente sería que el presidente, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, declaren una amnistía y liberen a Liu Xiaobo. Así se ganarían el respeto del mundo y de los ciudadanos chinos», comentó en entrevista concedida al diario madrileño El País, Shang Baojun, abogado defensor del Liu Xiaobo.
Sin embargo, por allí no van los tiros. El vocero del partido comunista chino, Ma Zhaoxu, ratificó que quien apoye el reconocimiento internacional del escritor disidente odia a China y apoya el florecimiento de la delincuencia política. «Algunos políticos y gobiernos elogian la entrega del Nobel a Liu Xiaobo. Me pregunto cuáles serán sus verdaderas intenciones. ¿Será acaso qué están resentidos por el desarrollo de China y odian el sistema político que ha hecho posible semejante milagro?», sentenció el suspicaz Ma Zhaoxu
Como suele ocurrir en el mundo comunista, el indignado testimonio de supremacismo moral viene acompañado de medidas de retaliación: el gobierno chino, ese dechado de virtudes que la revolución bolivariana se empeña en venderle a la sociedad venezolana, ordenó el arresto de la poetisa Liu Xia, por haber intentado comunicar a su esposo la obtención del prestigioso premio. En un mensaje de Twitter Liu Xia pidió a sus familiares: «Hermanos, ya he regresado. Me encuentro bajo arresto domiciliario y no sé cuando voy a poder verlos. Mi teléfono ha quedado dañado y no puedo recibir llamadas. Cuando todo se tranquilice, por favor, ayúdenme a presionar».
Ante este abominable episodio, el nuevo liderazgo latinoamericano volvió a demostrar de qué fibra moral está hecho. Al igual que su homólogo Lula da Silva, quien hace dos meses se negó a interceder ante el gobierno del «hermano» Mahmud Ahmadineyad, a favor de la suspensión de la pena de muerte de la iraní Sakineh Mohammadi Ashtiani por el delito de adulterio, el presidente Hugo Chávez Frías ya procedió a secundar el reclamo diplomático del partido comunista chino.
«El gobierno chino, haciendo uso de su independencia y soberanía, reclama por el premio a este señor que está preso allá. Resulta que le dieron el premio Nobel a un ciudadano disidente y contrarrevolucionario, que está preso en China, seguramente por violar leyes de China», señaló el jefe de Estado venezolano.
Esta actitud, de innegable raigambre «humanista», se halla en perfecta concordancia con el anuncio, hecho a propósito de la aprobación de fondos para la remodelación del Hospital Pérez de León de Petare, de que la revolución bolivariana no entregará recursos a las regiones en manos de alcaldes y gobernadores «escuálidos», ni siquiera cuando se trate del sistema público de salud. También se encuentra en absoluta concordancia con la ilegal permanencia en reclusión de los diputados electos, por voluntad popular, José Sánchez Montiel «Mazzucco» y Biagio Piglieri.
En tierras del altiplano boliviano, nuevamente las palabras del titiritero sirven de acicate para que el obsecuente guiñol simule balbucear las suyas. Misterio de lo vicario que explica como Evo Morales, inmortalizado días antes en un video deportivo como coceador impune y alevoso —desde ya legítimo favorito a la obtención de la edición del Premio Nobel de la Paz 2011— se haya animado a tildar de «imperialistas» a los integrantes del comité Nobel. «He llegado a la conclusión de que el premio Nobel jamás va a ser para movimientos sociales o personalidades anticapitalistas y antiimperialistas. De eso estoy convencido. Por ejemplo, yo nunca lo obtendré porque soy considerado un líder antisistema». ¡Pobrecito Evo, tendrá que conformarse con un documental prepagado de Oliver Stone y un paseo por la alfombra roja del Festival de Venecia!
Esta semana en Madrid, el búlgaro Tzvetan Todorov presentó La experiencia totalitaria, su más reciente libro (editado por Galaxia Gutenberg). En el prólogo de la obra, el famoso sociólogo realiza esta inquietante confesión: «A mi llegada a París, como estudiante proveniente de una sociedad totalitaria, me sorprendió que los jóvenes universitarios franceses no ocultaban su simpatía con el comunismo, soñaban con un régimen similar a aquel del que yo acababa de escapar, y se lamentaban de vivir en uno que les permitía llevar su envidiable existencia. Cuando me reunía con otras personas procedentes de los países de la Europa del Este, compartía con ellos mi asombro por la ingenuidad de los jóvenes franceses».
El ejercicio de la libertad es la mayor blasfemia que se puede cometer en el comunismo, esa extraña Nueva Fe que para justificar los ominosos crimenes cometidos en su nombre se atreve a defender la verdad con la mentira.

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1 Comments:

Blogger Señorita Cometa said...

Vampi! por fin! nos tenías abandonados y nos hacías falta con lo acertado de tus artículos. Una vez más, das en el clavo de una. Por cierto,en referencia a lo que le tocó en Paris a Todorov, que se quedó loco con los comentarios de los comunistas de Champaña y quesito Brie de Francia, esos "bichitos" finos abundan (todavía, increíble) en toda Europa. Todavía hay muchos que ensalzan a chaburro. A mi me ha tocado batirme en duelo recordándoles a muchos lo sabroso que es ser comunista con un vaso de buen vino en la mano y con el estómago lleno de capitalismo. Aquí hay un líder de los rojitos alemanes (que apoyan a chavestia) que anda en Ferrari y cobra dos sueldos...

11:11 a.m.  

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