domingo, septiembre 28, 2008

Con el currículum en dos manos

No hay cosa más difícil que recorrer la ciudad con el currículo en dos manos. Para cualquier persona de comprobada moral representa un duro golpe psicológico el aprender a vivir con el triste espectáculo de ver su hoja de servicios rodar sin ton ni son por los departamentos de Recursos Humanos, manoseada por una cáfila de individuos cuyos nombres desconoce. Maltrecha biografía condenada a engrosar las muchas carpetas consignadas a diario por las víctimas del desempleo.
Los expertos en materia laboral suelen distinguir dos tipos de currículos: el funcional y el cronológico. El primero de ellos, hace énfasis en las áreas organizacionales donde se tuvo la oportunidad de trabajar y en las tareas que allí se acometieron; el segundo se centra en el relato temporal de la trayectoria laboral, presentada, en orden inverso, a partir del último cargo desempeñado. El balance final de los entendidos identifica al currículo de tipo cronológico como la herramienta más efectiva; aunque no olvidan señalar que cuando la persona registra importantes brechas de tiempo entre empleo y empleo, lo más conveniente es que apele al enfoque funcional.
Los expertos además ofrecen otro tipo de consejos; consejos cuya pertinencia, originalidad y nivel de detalle hablan muy bien del merecido reconocimiento profesional que prestigia a sus patrocinadores. Una de estas recomendaciones sostiene que si el hombre cesante es más feo que atrasarse en un crédito mexicano, o si la mujer desempleada exhibe una apariencia que la asocia visualmente con una pieza de arte moderno (esto es, si es gorda como una figura de Botero o presenta el rostro plano y recortado propio de una picassiana Señorita de Avignon), la opción más prudente sería, en este caso, abstenerse de acompañar el currículo con una fotografía. También aconsejan que si la persona no habla inglés, evite colocar alguna información en el apartado de idiomas, no vaya a ser cosa que le pase lo que al maestro Cantinflas en una de sus inmortales películas, que cuando le preguntaron, a efectos de otorgarle una modesta chambita, si hablaba inglés -respondió «oui, monsieur»- o francés - respondió «yes, mister»-.
Igualmente, los expertos en reclutamiento laboral exhortan a los desempleados a confeccionar currículos no mayores de una página, a fin de superar la práctica terrorista que implica obligar al futuro empleador a leerse una resma de papel con información irrelevante. Y en este punto vale la pena detenerse, ya que uno no logra comprender cómo una persona que se dice racional se atreve a concursar por una Gerencia de Producto o por una plaza de Analista de Riesgo Crediticio, esgrimiendo como factor diferenciador la realización de cursos de corte y costura, peluquería unisex, modelaje en pasarela, repostería, entrenamiento de perros o primeros auxilios. ¡Amigos desempleados, por favor, colaboren un poquito! No se trata de una biografía ni de un querido diario. Sólo es un currículo.
En verdad, es increíble el daño que puede llegar a ocasionar en la actividad cerebral la exposición prolongada al vallenato, la salsa erótica y el reggaeton. Baste con mencionar que existen personas tan descaradas, que no colocan números telefónicos o correos electrónicos en sus respectivos currículos, no vaya a ser cosa que los terminen contactando, así sea por la ouija. Aunque también destacan los descerebrados que consignan correos que desdicen mucho de su seriedad y responsabilidad: yosisoylocote@hotmail.com, yositengocangrejera@gmail.com o rompecolchón@yahoo.es.
Una vez que el desempleado ha conseguido estructurar un potente y distribuido currículo, se puede decir que comienza la segunda fase del proceso de obtención de trabajo, a saber: la distribución de la hoja de vida. Dicha repartición puede hacerse de dos maneras -y en este sentido, es como la homosexualidad-: pasiva y activa. La modalidad pasiva consistirá en encomendar a la prensa de circulación local el ansiado ingreso al mercado laboral; mientras que la forma activa estribará en la identificación de las empresas más cónsonas con los requerimientos de carrera y expectativas profesionales del aspirante. Sin duda, todo un camino tortuoso, que en parte justifica la queja recogida por el escritor mexicano Carlos Monsiváis en una de sus sabrosas crónicas dominicales: “Ya que no tuve niñez, al menos déjenme tener currículum”.

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1 Comments:

Blogger Inos said...

Yo recalcaría, amigo vampiro, que no debe entregarse a cualquiera el propio currículum. Tampoco el ajeno, se entiende. "La promiscuidad curricular es posterior causa del desorden laboral" segun citamos de Hite, Shere y Eco, Umberto "El Curriculum Vitae: Manual de uso y abuso" (2008).

Salú.

1:23 p.m.  

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