viernes, junio 09, 2006

Lo bueno no tiene futuro

Quizás descamine nuestros pasos la tan endiosada sabiduría popular cuando nos advierte que primero se agarra a un mentiroso que a un cojo. Y es que según los estudios realizados por Livingstone Smith, profesor del Instituto de Ciencias Cognitivas y Psicología Evolutiva de la Universidad de Nueva Inglaterra, los tiros parecen ir en otra dirección.
El investigador estadounidense sostiene, en su obra ¿Por qué mentimos?, que la mentira no es sólo un rasgo consustancial de la naturaleza humana, sino también una de las herramientas instintivas más efectivas a la hora de triunfar en la eterna lucha por la sobrevivencia.
“Aunque resulte penoso admitirlo, a menudo los mentirosos ganan en el juego de la vida. La selección natural escoge los rasgos que son ventajosos para los individuos, y mentir es ventajoso. Cualquier persona que no sea capaz de mentir está en desventaja y corre el riesgo de convertirse en un marginado social. Desde una perspectiva evolucionista, el uso sensato del engaño es mucho mejor que la honestidad total”, afirma Livingstone.
Y pensamos nosotros que no hace falta leer su libro para albergar la certeza de que tiene toda la razón. De lo poderoso de su hallazgo dan debida cuenta los numerosos hombres y mujeres que a diario mienten para obtener algún beneficio económico, político o sexual: el bachiller chimbo que se hace de un pomposo diploma universitario para apuntalar su currículo; el próspero comerciante que se declara en bancarrota para evitar el pago de impuesto; el esperanzado particular que adultera su balance personal para acceder a una línea de crédito; el cruzado opositor transmutado en fervoroso revolucionario para así licitar con el Estado; el hombre casado que abjura de su felicidad conyugal, o simplemente esconde el anillo nupcial, para poder horizontalizar en mullido tálamo a cualquier prospecto de amante temporal; o la dama rolliza que martiriza sus cauchos en un Body Miranda Classic, a la espera de un casanova descuidado, susceptible de emboscar.
Y sin embargo, no pensamos analizar aquí cómo la celebrada teoría científica de Charles Darwin ha terminado como impúdico marco teórico de semejante lodazal. Trataremos más bien de desentrañar las razones que hacen que gran parte de nuestros prójimos culminen deslumbrados por el lado oscuro de la fuerza.
En este sentido, el psicoanalista Thomas Szasz ensaya una teoría: “En la eterna lucha entre el bien y el mal, el bien tiene una irreductible desventaja: no tiene futuro, mientras que el mal sí. Como los humanos estamos fundamentalmente orientados hacia el futuro, tenemos un insaciable incentivo para ser orientados por el mal en todas sus formas, esto es, por la culpa y el arrepentimiento, la pobreza y la estupidez, el crimen, el pecado y la locura. Cada uno de estos daños es susceptible, al menos en principio, de ser remediado o corregido de una forma u otra. Pero ¿qué puede hacer una persona con lo que está bien, salvo admirarlo?”.
Queda explicado pues, porque las mujeres los buscan malandros y violentos; porque los hombres las prefieren bichas y traidoras; porque los pueblos los eligen demagogos y autoritarios.
Ya lo ha advertido ese príncipe del Apocalipsis llamado Fernando Vallejo: “El hombre es un mentiroso nato y la realidad no se puede apresar con palabras, así como un río no se puede agarrar con las manos. El río fluye y se va, y nosotros con él”.

1 Comments:

Blogger Inos said...

Mi único consuelo es que al ser tan malazo como soy (no escribo, ni canto, ni diseño, como Ariel) SÍ debo tener un largo y ancho futuro. XD

En fin, un abrazo!

10:38 a.m.  

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