jueves, diciembre 14, 2006

Si es secreto, no es su amigo

Es un error frecuente pensar que las instituciones de un país únicamente están compuestas por las organizaciones surgidas de la sociedad civil o por las estructuras burocráticas encargadas de dar vida a los poderes públicos. Basta ampliar la mirada para darse cuenta de que existen hábitos, costumbres, inclusive manías, que han logrado inscribirse a fuego en el genoma de los pueblos hasta llegar a convertirse en auténticas señas de identidad.
Sin embargo, no todas las instituciones son buenas. Tal es el caso de la afamada institución decembrina denominada el “amigo secreto”: pavoso juego de carácter colectivo, celebrado entre individuos destinados a tolerarse en ambientes sociales de convivencia forzada (como, por ejemplo, unos compañeros de oficinas o unos estudiantes de una sección específica), con el propósito de fortalecer un supuesto espíritu de camaradería y hermandad existente entre ellos.
En teoría, el juego es democrático. Es decir, nadie está obligado a participar. Pero le recomiendo que no se ponga creativo y rechace la invitación de la patota, ya que la acusación más liviana que caerá sobre usted será la de “rompegrupo” o “saboteador de la cultura corporativa.
La dinámica es la siguiente: el nombre de cada participante se anota en un papelito, el cual debe ser doblado de manera enfermiza, para luego ser depositado en una bolsita. Una vez cumplido este ritual, los asistentes proceden a efectuar el sorteo del amigo secreto; un acto administrativo que, visto bien, resulta nulo de toda nulidad, por efectuarse sin la presencia de un notario o de un observador de la Unión Europea , y al margen de mecanismos fiscalizadores como máquinas captahuellas y auditorías en caliente. ¡Ojo con esto Tibisay!
El participante en este tradicional juego venezolano, cual visitante del infierno dantiano, deberá perder toda esperanza, pues la mayoría de las veces la mano inocente escogerá como amigo secreto al enemigo público número uno, ese odiado sujeto que se ha encargado de ponerle zancadilla tras zancadilla y, de paso, difamarlo en toda la empresa. Pero mejor es no quejarse, ya que siempre se puede estar peor. Esto es, puede tocarle regalarle al jefe; una jugarreta del destino que lo convertirá en el único desgraciado que comprará un obsequio costoso. Eso en caso de que no se desee engrosar las nutridas filas del desempleo…
Llegados a este punto, las condiciones están dadas para iniciar la infaltable campaña de intriga y despiste característica del juego. Para ello cada jugador procederá, cual miembro de una célula terrorista, a dejar paqueticos sorpresa en el escritorio de su respectivo “amigüito”. Ganas de sembrar droga o espolvorear burrundanga de seguro no le faltarán a nadie, pero no es conveniente ceder a tan bajos instintos. Hay que limitarse más bien a dejar un anónimo, preguntando, como si de un disfrazado de negrita carnavalera se tratase: ¿a qué no me conoces?
Lamentablemente, como todo lo bueno que la vida nos depara, el juego del amigo secreto toca a su fin. Para ello es menester organizar una fiesta que sirva de magno escenario al intercambio de regalos, emotiva ceremonia donde usted se sentirá, por enésima vez, digno sucesor de nuestros aborígenes timotocuicas, esos pobres seres, que, abandonados de Dios, entregaban oro a los españoles para recibir espejitos. Y es que si usted quiere un buen regalo mejor entiéndase con Santa. ¡Jo jo jo!
En fin, la dura realidad me ha demostrado que en ocasiones no se cumple aquella máxima de la polemología (o estudio científico de la guerra), según la cual el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Sin embargo, ha sido también esa misma realidad la que me ha enseñado que lo verdaderamente cierto, en medio de este trajín decembrino, es que el amigo del amigo secreto siempre será mi enemigo.
Porque ya lo dijo Gonzalo Torrente Ballester: “No hay peor soledad que darse cuenta de que la gente es idiota”.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Concienzudo análisis suyo, amigo Vampiro, como de costumbre...

Me informan que Dan Brown lo contactará muy pronto, pues éste es el material que necesitaba para su nuevo libro "Amigos Secretos y Demonios".

Si levantara cabeza La Rochefoucauld...

Saludos.

9:13 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

No hay jueguecitos sociales inocentes y en general sus miembros al participar se ponen al nivel lamentado por Torrente

6:32 p.m.  

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