miércoles, octubre 31, 2007

Los simulacros están de moda

Aunque cueste creerlo, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, no es la única persona empeñada en organizar simulacros por América Latina. Desde el extremo continental, específicamente en la remota tierra austral, nos llega un despacho noticioso de la Agencia France Presse que nos pone al corriente de un controversial concurso a realizarse en las próximas semanas en la ciudad de Santiago de Chile: el primer campeonato internacional de fingidoras de orgasmos.
“Las participantes que tengan el valor de subirse a la tarima contarán con tres minutos para fingir un orgasmo lo más real posible. Durante este tiempo, cada una de ellas deberá acudir a sus sueños y vivencias más excitantes a fin de crear el ambiente necesario. Sin embargo, las chicas escasas de imaginación siempre podrán utilizar una mano amiga. Aquí todo se vale”, explica sin mayor pudor Leonardo Barrera, patrocinante del torneo y dueño de una popular red de tiendas de juguetes sexuales.
La dama que logre la simulación más convincente se hará acreedora en el acto de un considerable premio en dólares, más la ñapa, nada despreciable, de dos pasajes aéreos para disfrutar del programa de actividades del Festival de Cine Erótico de Buenos Aires; evento donde podrá conocer a reputadas figuras de la industria del pornoentretenimiento como la actriz italiana Cicciolina y el actor español Nacho Vidal.
Como toda competencia de alto desempeño y vocación de historia, contará con la presencia de un prestigioso jurado calificador, integrado por un grupo de actrices chilenas reconocidas ampliamente en la farándula local por la calidad de sus escenas de cama tanto en teatro, cine como en televisión. Una de ellas, Shlomit Baytelman, al ser consultada por la prensa se animó a compartir con las esperanzadas contendoras parte de sus secretos profesionales: “La clave son dos grititos cortos y uno largo. Para mí, muchos de los errores que cometen las mujeres se producen cuando olvidan este detallito, y comienzan a proferir largos y sonoros gritos que, más que un tsunami de placer, terminan por transmitir la imagen de una paliza inclemente”.
Y es que la simulación exitosa es cosa de estilo, tal como lo demostró la rubia Meg Ryan en el recordado filme When Harry meet Sally, donde su personaje tuvo a bien desplegar las potencialidades genéticas que tienen nuestras féminas para el histrionismo sexual; un inveterado flagelo del cual ningún varón puede sentirse vacunado.
“No dudamos que los próximos días serán de mucha entrega para las integrantes del seleccionado nacional de simuladoras de orgasmos. Nuestra meta no puede ser otra que conseguir una importante, y si se puede muy placentera, posición en el medallero final de la justa. Cada una de nosotras siente muy adentro el deber de dejar en claro que las chicas venezolanas no somos solamente las mujeres más bellas del universo, sino también las amantes más solidarias a la hora de no maltratar el desbordado ego de nuestros hombres”, declaró en improvisada rueda de prensa la capitana del conjunto criollo, quien optó por no revelar su nombre (seguramente asustada por el previsible contingente de voluntarios interesados en entrenar con el equipo).
Sin embargo, accedió a divulgar algunas de las estrategias a ser explotadas en la ciudad de Santiago: “Considero que en tres minutos son muchos los sueños y pensamientos eróticos que podemos tener para experimentar el tan deseado clímax. Inclusive, la propia situación económica del país nos proporciona no pocas situaciones para activar nuestra líbido. Imagino, por ejemplo, el estremecimiento orgásmico que asalta el cuerpo de cualquier ama de casa venezolana cuando consigue en un supermercado un litro de leche, una docena de huevos o un kilo de pollo. Todo ello, por no mencionar la sensación, francamente rayana en el placer ninfómano, de poder cambiar los dólares del premio final en el mercado paralelo de divisas. ¡Qué boloña! Te juro que, de sólo pensarlo, comienzo a gemir.... ¡Oh, my God!”.
¿Y quién no?

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