lunes, noviembre 30, 2009

Algo que no entiendo


Hay mujeres que van a la discoteca, piden una mesa y se sientan con pose sensual. Con labios entreabiertos y respiración acezante, lanzan una mirada que irradia a los presentes el sufrimiento de un cuerpo atenazado por el deseo. Un reprimido ritmo vital que sólo cumple su designio en el centro de la pista. Pero basta que un cruzado de la noche, como quien esto escribe, las invite a bailar para que estas émulas de Rihanna suelten un rotundo no.
Pero peor que la negación individual es la negación colectiva, aquella que ocurre cuando ninguna de las integrantes del sedicente grupo de alegres vampiresas tiene la gentileza de bailar contigo. Queda uno, el bailarín despreciado, como el toro que, extenuado y ensangrentado, recorre la arena de la maestranza con una pesada e hiriente coraza de banderillas. Las banderillas del no. Provoca entonces patear la mesa y decirles al coro de odiosas cuaimas: “Pues, al cabo que ni tampoco quería”. Sin embargo, eso nunca pasará, porque, aunque rematadamente feos, siempre seremos nobles y caballeros.
Nunca sabrá ninguna de estas frías victimarias lo mucho que le cuesta a un bailarín voluntarioso disipar la espesa bruma del no. Es como si caminaras con un irrespirable olor, uno que delata tu llegada a las otras mesas y pone en alerta a las chicas allí congregadas sobre la conveniencia de desplegar los argumentos más rancios de la dialéctica del rechazo, a saber: “No sé bailar”, “Estoy cansada”, “Me quemé los pies con un tizón”, “Mi religión no me lo permite” o “Ya me pisaron los juanetes".
¿Pero por qué demonios una persona que va a una discoteca, y de paso se menea como una cruza libidinosa de Beyoncé con Shakira, después se queda sentada? En verdad que no me ha sido dado entender la tamaña desproporción existente entre el cuerpo concupiscente y la voz que intenta hacer pasar su desgano por pudor. Es como si uno visitase una biblioteca y al poco tiempo estallase de ira porque uno de los dependientes de la sala de literatura tuvo la imperdonable avilantez de sugerir la lectura de uno de los muchos libros que componen la colección: “¡Pero infeliz, cómo se te ocurre hacerme semejante propuesta! Si yo he venido hasta aquí para que ustedes aprecien lo mucho que leo sin tocar un libro…”.
Asistimos al culto del cuerpo, pero no al disfrute del cuerpo. Constituyen legión las personas fascinadas por aquel tipo de baile onanista que les permite disfrutar de la noción de sensualidad sin tener que acoplarse al ritmo de una pareja. Te miro y me muevo como si realmente te deseara, pero ni de broma intentes hablarme, ni mucho menos tocarme. Un erotismo aséptico, con estética de video clip, posado más que sentido, porque lamentablemente para muchas chicas las canciones bailables se han vuelto muy “tierrúas”, mientras que el flirteo roaming –ese nacido a la larga distancia- se ha vuelto cool. De esta manera se han convertido en bailarinas de probeta, que demuestran, con sus acompasados y solitarios movimientos, que también en la música, como en la biogenética, puede darse la inseminación artificial. Al final, lo que se evidencia en las salas de baile es el carácter despótico de la belleza…
Robert Greene, autor del best-seller El arte de la seducción, sostiene que sólo conseguimos cautivar a "las personas cuyo vacío podemos llenar". Lamentablemente, el vacío de la belleza es de naturaleza especular. Más que de compañía requiere de espejos. De ahí que la mejor recomendación acaso sea ajustar los criterios de selección de nuestras parejas de baile. Dejar a las chicas E! y optar entonces por las damas en teoría menos agraciadas y fotogénicas, ya que siempre han sido las personas modestas y sencillas quienes verdaderamente se esfuerzan por quedar fijas en la chamba.
Lo apremiante, en todo caso, es retomar la compañía cercana, aquella que se siente, que se palpa. Porque como dice Sergio Dalma en su famosa canción: “Bailar de lejos no es bailar".

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4 Comments:

Blogger Inos said...

Las grandes preguntas, mi estimado y filósofo Vampiro...

Espere las respuestas después de este interesantísimo corte comercial.

3:26 p.m.  
Blogger Albert Lázaro-Tinaut said...

¡Cuánta razón, Vampiro!: "Asistimos al culto del cuerpo, pero no al disfrute del cuerpo". ¿Mujeres biónicas, tal vez?

10:51 a.m.  
Blogger Hugo Escobedo said...

Lo que sucede aquí es que la belleza es algo inventado, como una puerta o una religión y los puestos de revistas, publicidad y programas de televisión nos bombardean desde la cuna mostrándonos lo que es lo bello, es así que crecemos con una obsesión y falsa idea sobre lo que en realidad es la belleza.

11:23 p.m.  
Blogger Unknown said...

Vampiro, las mujeres llevan mas de 50mil años evolucionado para ser las criaturas hermosas que son hoy en día con un solo fin atraernos y sobre todo retenernos, pero ellas tienen desde los principios cuando aun eran monos en las sabanas africanas haciendo una cosa “seleccionar” antes eran solo los mas fuertes y altos, aptos para la caza y la supervivencia de ella y sus crías, pero hoy en día la carne no se caza se compra en el supermercado (eso si Chávez nos lo permite) la carne ahora se compra con efectivo y tarjeta, cambiamos las lanza por el dinero, así que ellas seleccionan y no solo genes para repreducirce sino dinero para sobrevivir, es algo atávico y muy biológico, no hay que darse mala vida y solo entenderlas y adaptarse a ellas jajajas. Si puedes localiza y lee un libro que se llama “Mujer Desnuda” de Desmod Morris, es un zoólogo y antropólogo evolucionistas británico, veras lo sorprendente que es descubrir el por que de muchos comportamientos femeninos y sobre todo el por que de la belleza de algunas partes de sus anatomía femenina. (El libro en cuestión, no es fastidioso y es de lectura fácil) Te ayudara a entender mejor a las chicas en la discoteca jajaja. Mi consejo, si quieren saber la verdadera intención de una mujer con respecto a uno, no se fijen nunca en sus gestos, ni en sus palabras, mírenla a sus ojos, si brillan ante nosotros es que le gustas, sino olvídalo ni insista, no hay nada que hacer, es lo único que no pueden fingir las mujeres. Soy amigo de Ángel Saldivia, su hermana Meylin me recomendó este blog y te seguiré desde aquí en la Costa Brava en Cataluña donde resido actualmente. Saludos

8:03 a.m.  

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