sábado, abril 18, 2009

Introduzca su clave



Aquel que carece de una clave de acceso no existe para el mundo moderno. Su negra suerte de paria tecnológico le impedirá disfrutar de los múltiples beneficios derivados de la ciudadanía virtual ejercida diariamente por millones de usuarios de la Internet. Visto está que el dinosaurio cibernético no caminará por las anchas alamedas de la banca electrónica y mucho menos ramoneará el frondoso follaje de los servicios en línea de dependencias oficiales y de empresas de entretenimiento.
Sin embargo, la culpa de tan dramático destino no recae exclusivamente en el hombre, ya que de hecho el pionero en la institucionalización del martirio críptico fue el mismísimo Ser Supremo, quien, en divino alarde de omnipotencia, tuvo a bien inventar la más indescifrable de todas las contraseñas conocidas hasta ahora: el código genético. Luego de un tiempo de relativo olvido, la comunicación en clave experimentó un vigoroso resurgimiento como consecuencia de la miríada de espías y contraespías de la Guerra Fría.
En la actualidad, la propagación del denominado delito electrónico ha traído como consecuencia el reforzamiento de las políticas de seguridad. Nunca como ahora, la operación de selección del password ha resultado tan determinante. Diego Osorio, gerente de Tecnología de la empresa LockNet, reveló, en entrevista concedida al diario El Tiempo de Bogotá, que en la congestionada red de redes menudean los portales que permiten a sus visitantes, frecuentes u ocasionales, contar con infinitas oportunidades para validar la clave de acceso.
“No se demuestra ningún celo por una información que, supuestamente, reviste un carácter estratégico y confidencial. Todo aquel que desee puede probar sin cansancio hasta encontrar la combinación adecuada de letras y guarismos. Y es por esta alta probabilidad de ser vulnerados por segundas personas, que nuestra firma asesora recomienda colocar una clave bastante complicada, puesto que es obvio que mientras más enrevesado sea el código de entrada mayores serán los incentivos que tendrán los intrusos para desistir de su acción ilegal”, reflexiona Osorio.
Algunos portales de Internet, en su afán de resguardar la privacidad de sus clientes y afiliados, obligan a los internautas a cambiar su contraseña de forma periódica (por ejemplo, cada dos semanas, cada tres meses) en lo que constituye una arbitraria terapia on line de lucha contra el mal de Alzheimer. De esta manera, legiones de sujetos mononeuronales -entre quienes sin pudor confieso contarme- se ven obligados a confeccionar una batería de claves “informáticamente blindadas”, en cuyas “choricísticas” extensiones pueden leerse complejas combinaciones de números, letras mayúsculas, letras minúsculas, signos de puntuación, símbolos de notación matemática, runas escandinavas, letras del alfabeto cirílico, ideogramas chinos, jeroglíficos amerindios, emoticones, pokemones y hasta señales de tránsito. Un paranoico proceder que, so capa de conjurar hipotéticos ataques de desaprensivos hackers, termina consiguiendo que los usuarios no puedan entrar a sus propias cuentas...
A la hora de diseñar contraseñas “informáticamente blindadas” los expertos aconsejan: no emplear palabras que aparezcan en el diccionario; no utilizar palabras en idiomas extranjeros; evitar el uso de anagramas, nombres de ciudades o secuencias numéricas y alfabéticas del tipo 12345 ; y, sobre todo, abstenerse de colocar los nombres, apodos e hipocorísticos de padres, hermanos, esposos o segundos frentes. En su lugar piden acudir a las técnicas de encriptación de la telefonía celular. Con este método, el recordado trabalenguas “tres tristes tigres fueron a comer trigo en tres tristes trastos” queda transmutado en la siguiente clave: 3ttFacen3tt. ¡Sin duda que quien no recuerde este facilísimo y práctico password es porque arrastra una incurable amnesia desde su pasada reencarnación!
Manuel Francisco Bustos, director general de la compañía de seguridad Etek, afirma que elegir una contraseña es un ejercicio de psicología, ya que pone de manifiesto determinados aspectos de la personalidad del usuario. Y yo no dudo de la veracidad y pertinencia de su opinión debido a que es evidente que la persona capaz de adoptar como clave el abstruso 3ttFacen3tt debe padecer de una grave patología mental, debe estar desequilibrada.
El chocolate termina de espesarse con los procedimientos técnicos para la recuperación de passwords. En este sentido, debemos advertir que para poder identificar las letras y dígitos de comprobación arrojados por el sistema, el internauta debe primero pegarse una pea que lo deje daltónico o estrábico. En cuanto a las preguntas de seguridad, algunas parecen extraídas del concurso Quién quiere ser millonario. Una que siempre me persigue es la que inquiere sobre el nombre de mi mascota. Como en la casa no tenemos ningún animalito, he optado por colocar el nombre de uno de mis muchos tíos -por cierto, expulsado del universo- cuya humana condición solemos poner en duda.
En fin, parafraseando el notable verso del poeta Andrés Mata: ¿Una clave que se va? ¡Cuántas se han ido...!

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1 Comments:

Blogger Inos said...

¡Ja, ja, ja! Absolutamente cierto, amigo vampiro. Por cierto la paranoia informática puede ser tal que un colega me aconsejaba poner mi nº de cédula como clave, pero en NUMEROS ROMANOS.

Joder. Mejor me voy hasta la taquilla del banco y paso del Interné...

Saludos.

2:42 p.m.  

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