miércoles, abril 02, 2008

Pero si eres igualito...

Ya he perdido la cuenta del número de sujetos que me han advertido del enorme parecido que tengo con Francisco “Kiko” Bautista, un famoso periodista de la fuente política. Una opinión que seguramente resultará rebatible para muchas otras personas que, en tono zumbón, gustan confundirme con el actor norteamericano Gary Sinise, el humorista venezolano Wilmer Ramírez o el futbolista inglés Wayne Rooney.
Vaya que resulta graciosa esta manía popular de cazar semejanzas entre rostros tan disímiles; suerte de obsesión mundana por homologar la silueta vulgar, anónima y callejera con el ícono exclusivo de alcance global. Tamaño despropósito que debe contarse como una de las pruebas más fehacientes del iluminador principio psicológico que sostiene que la gente sólo aprecia aquello que quiere ver.
No bien terminamos de oír el llanto primero del recién nacido (eco del origen de todas las cosas, según Carlos Fuentes), cuando familiares y amigos de los orgullosos padres se entregan a la apasionante tarea de buscar rasgos físicos que confirmen la exactitud de la relación biológica. De ahí que la madre infiel siempre desee que su tierna criatura sea idéntica a ella; sabe muy bien que el pueblo llano jamás ha asimilado la tesis genética del salto atrás.
Una vez inscritos en el colegio dedicamos no pocos esfuerzos a la vana tarea de salir indemnes de las acometidas singularizadoras de los compañeros más creativos del salón. Es como si una voz interior nos informase que hay asociaciones mentales que aumentan la posibilidad de apodos eternos. Sobre todo cuando la semejanza que ha capitalizado el consenso de los bromistas guarda vinculación con un personaje de una película de terror: ¿Qué dice Chuki? ¿Qué cuenta Freddy Krueger?
Mientras escucho como el vulgo se empeña en comparar a mi padre con Bill Clinton, a mi hermana con Michelle Pfeiffer y a mi primo con Daddy Yankee (a pesar de su pública y notoria carencia de flow), no puedo evitar pensar que con esto de los parecidos ocurre lo mismo que con lo de las reencarnaciones: no hay sitios para los desconocidos. Ninguno de los defensores de la metempsicosis acepta la posibilidad de haber sido un ilota, un paria o un siervo de la gleba en una vida pasada. Por el contrario, quien no fue Alejandro Magno, a duras penas accede a confesarse como Antípatro, Ptolomeo u otro de los generales diádocos. De igual manera, a nadie le gusta ser identificado como el sosias de un individuo que ejerce con apremio la economía informal. Y es que lo verdaderamente glamoroso es derrochar similitudes con estrellas del espectáculo, ídolos deportivos, reinas de belleza, magnates mediáticos o directivos del PSUV.
Dicen las malas lenguas que los venezolanos empezamos a delirar por las copias en el preciso instante en que se nos hizo imposible costear los originales. En este sentido, la culpa histórica recae en los responsables del llamado Viernes Negro, ya que antes de esta fecha -18 de febrero de 1983- la fortaleza del tipo de cambio permitía a nuestras plantas televisivas traer directamente a las estrellas más rutilantes de Hollywood (Frank Sinatra, The Jackson Five, Lee Majors, Farrah Fawcett y el enano Tatoo). Golpe de suerte que favoreció al finado Amador Bendayán, pero no alcanzó a cubrir la incipiente trayectoria de Daniel Sarcos, quien ha debido conformarse con la animación de concursos especiales para seleccionar al doble de Marc Anthony o la mini Shakira.
Otra fuente temible de homologación es la desprestigiada institución matrimonial. De hecho es frecuente escuchar que con el paso del tiempo los esposos terminan por parecerse. Lamentablemente, para ellos, no tanto en el rostro senescente como en aquello que suelen llamar temperamento, el cual va siendo teñido con los aspectos más reprochables y maniáticos del otro. De manera que el individuo puntual se vuelve incumplido, el discreto se hace chismoso y el confiado se torna celoso.
Tertuliano Máximo Afonso, hombre duplicado por la imaginación del portugués Saramago, comparte con los lectores las siguientes reflexiones: “Lo que más me confunde no es tanto el hecho de que ese tipo se me parezca, de que sea una copia mía, un duplicado, podríamos decir, casos así no son infrecuentes, tenemos los gemelos, tenemos los sosias; las especies se repiten, el ser humano se repite, es la cabeza, es el tronco, son los brazos, son las piernas, y podría suceder, no tengo ninguna certeza, es sólo una posibilidad, que una alteración fortuita en un determinado cuadro genético tuviese como efecto un ser semejante a otro generado en un cuadro genético sin relación alguna con el primero; lo que me confunde no es tanto eso como saber que hace casi cinco años fui igual al que él era en ese momento, hasta bigotes usábamos, y todavía más la posibilidad, qué digo, la probabilidad de que cinco años después, es decir, hoy, ahora mismo, a esta hora de la madrugada, la igualdad se mantenga, como si un cambio en mí tuviese que ocasionar un cambio en él, o peor todavía, que uno no cambie porque el otro cambió, sino porque sea simultáneo el cambio, eso sí sería darse con la cabeza en la pared”.
Sólo precisamos agregar una plegaria: Bienaventurados aquellos que no se parecen a nadie.

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4 Comments:

Blogger fa mayor said...

¿Te imaginas, Vampiro, que nos pareciéramos a los que somos?
¡que pesadilla!
Un gusto leerte.
Saludos.

3:36 a.m.  
Blogger Luis Ernesto Blanco said...

Y pensar que cuando lo metan en una urna, no faltará el que diga "quedó igualito"

10:51 a.m.  
Blogger Rafael Jiménez Moreno said...

Amiga Famayor, creo que los días en que nos parecemos a aquello que verdaderamente somos son los días más luminosos pero también los más terribles. Sin discusión, los más intenso. Qué honor saberme leído por ti. Como dijo alguien, que en estos momentos no recuerdo: "Vuelve cuando quieras, pero no dejes de volver". Gracias.

Amigo Luis Ernesto, se aprovechan del contundente hecho de que la muerte es la gran igualadora. Reciba un abrazo.

12:24 p.m.  
Blogger Inos said...

Axioma de los parecidos familiares: "De toda nuestra familia, siempre nos parecemos al antepasado más feo y mala conducta".

Verídico. Pregúntenle a la abuela.

Saludos.

11:49 a.m.  

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